Historias de exportación

El hotel con jardines panorámicos frente al lago Atitlán

En 2008 una familia originaria de Sololá compró un antiguo hotel abandonado que rehabilitó para recibir turistas. Rápidamente ese recinto se convirtió en un referente del turismo y testigo de bodas de nacionales y extranjeros, gracias a sus jardines frente al majestuoso lago Atitlán.

Según la gerente del Hotel Jardines del Lago, Isabel Ralón, la aventura del hotel la comenzaron sin experiencia en el rubro. “Mi papa tenía experiencia en productos cárnicos y en construcción, pero siempre le ha gustado diversificar”, afirma.

Aunque el inmueble existía desde hacía unos 50 años, tenía más de diez años de estar en abandono. Así que los miembros de la familia, que tenían distintas especialidades, rápido pusieron sus conocimientos a trabajar en el proyecto.

“Comenzamos de cero. Los primeros años no se tuvieron ganancias, pero incursionamos en el servicio, entonces, aunque llegara una sola persona, nos esforzábamos mucho en atenderla bien. Nuestra idea es que todos se fueran con una buena experiencia y que de boca en boca nos ayudaran a hacer publicidad”, cuenta Isabel.

En efecto, durante los primeros cinco años no invirtieron un solo centavo en publicidad, especialmente afuera del país. Sin embargo, ese tiempo lo vieron como de aprendizaje para después hacer alianzas con agencias de viajes y tour operadores. El mismo año de su apertura tuvieron la primera gran boda.

Los pilares: la sostenibilidad y el buen servicio

Según Isabel, uno de los pilares que adoptaron desde el inicio fue la sostenibilidad. Sabían que requeriría más inversión pero que al final sería lo mejor.

Eso significó, por ejemplo, ofrecer un programa para los hijos de los trabajadores que llaman “jardineritos”, el cual consiste en motivarlos a continuar sus estudios y formarse en un oficio remunerado, como una especie de beca.

“Así hay muchos que se iniciaron como jardineros pero que les llamaba la atención la cocina y ahora están estudiando eso”, comenta.

Además, un valor importante es que estimulan al personal para que repliquen los hábitos de sostenibilidad en sus hogares, como clasificar los desechos sólidos y tratar las aguas de forma apropiada para no contaminar el lago.

En el hotel, el agua pluvial se almacena para reutilizarse y tienen alianzas con empresas recicladoras de diferentes materiales; los desechos orgánicos los convierten en abono.

Por aparte, el buen servicio, que desde el principio han mantenido, forma parte de su promesa de valor, ya que les ha traído resultados con recomendaciones entre sus clientes.

Antes del COVID-19 y después del COVID-19

El 14 de marzo, un día después de confirmarse el primer caso positivo de COVID-19 en Guatemala organizaron las últimas dos bodas. El resto del mes reportaban una ocupación total para eventos corporativos y sociales, que fueron cancelando uno a uno.

“Esa misma semana había una actividad que planificamos durante un año, para 200 personas. Se canceló”, recuerda Isabel.

Prácticamente todos los fines de semana del año tenían reservas para bodas. Sólo en 2019 organizaron 80 y la tendencia para el 2020 era similar. A la fecha, no han logrado concretar ni la tercera parte de esa cifra.

Sin embargo, la mayoría de los viajes y bodas se están reprogramando para el 2021. Particularmente las que son con extranjeros, pues implica que los invitados, muchas veces de avanzada edad, viajen desde el extranjero.

Ahora mismo, el servicio de hospedaje y alimentación a la habitación está disponible. Sin embargo, han visto una baja del 98 por ciento en la ocupación.

Conscientes de que el turismo interno será el primero en volver a las calles de Panajachel y en visitar las comunidades en la cuenca del lago, ya han preparado una oferta de “tarifa chapina”, además de descuentos en todos sus demás servicios.

Desde luego, ya se han preparado con protocolos para colaboradores y huéspedes, basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial del Turismo y el Instituto Guatemalteco de Turismo. “Todo el personal cuenta con equipo de protección, además las rutinas de limpieza y desinfección cambiaron y ya instalamos dispensadores de alcohol en gel en áreas públicas e internas del hotel”, explica.

Las mesas del restaurante serán reubicadas aprovechando las áreas abiertas en los jardines y terrazas y todos los huéspedes tendrán que utilizar mascarillas en las áreas comunes.

Ahora solo falta que los turistas vuelvan. Los negocios de la Calle Santander – la más popular de Panajachel – han estado cerrados, pero conforme se da paso a la apertura gradual de la economía esperan que los colores y las personas vuelvan.

El Hotel Jardines del Lago ha mantenido los empleos de sus 48 trabajadores durante estos meses, algunos han aplicado al fondo de cesantías que ofreció el Ministerio de Economía.

“El lago los extraña, le hace falta que lo visiten”, concluye Isabel.

Esta es una historia del segmento #EnGuate

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