Al capacitar a emprendedores para manejar sus negocios, resulta que menos es más. En especial en el caso de las mujeres, cuyo ancho de banda cognitivo ya está sobrecargado por exigencias tanto domésticas como profesionales.
Por: Irani Arráiz – economista en la División de Efectividad en el Desarrollo de BID Invest
Hace cincuenta años, el aterrizaje lunar del Apolo 11 capturó la atención mundial. Dejando a un lado eventos monumentales como este, es difícil captar y mantener nuestra atención en medio de la competencia por ella de tareas, pensamientos y tuits. De hecho, nuestros cerebros naturalmente tienen un ancho de banda limitado para actividades que requieren atención.
Pongamos un ejemplo. ¿Alguna vez has estado manejando y tuviste que parar una conversación con un amigo que va de copiloto para concentrarte al ingresar a una autopista con mucho tráfico? Este es el “presupuesto” de atención con que cuenta tu cerebro entrando en acción. Debido a que las dos actividades que requieren atención interfieren entre sí, es un desafío completar ambas actividades simultáneamente con éxito, hasta que decides dejar de hablar y te concentras en la tarea a realizar.
En otros casos, la interferencia es más sutil. Tomemos como ejemplo los dueños de pequeñas empresas. Toman decisiones constantes, como cuánto inventario comprar o dónde obtener mejores términos para un préstamo. También se preocupan por cosas como cortes de energía y pago de facturas, al mismo tiempo que enfrentan los problemas cotidianos de la vida familiar. No hace falta decir que es probable que su ancho de banda cognitivo esté sobrecargado. En general, nuestra atención se centra selectivamente en las necesidades más apremiantes, a menudo ignorando las tareas y decisiones importantes que deben tomarse.
Poniendo reglas simples a prueba
Con estas limitaciones en mente e inspirados en el trabajo de Drexler et al. (2014), BID Invest junto a BID Lab probaron un enfoque de capacitación de negocios con microempresarios en Ecuador que impartían reglas de toma de decisión simples que requieren un mínimo esfuerzo cognitivo para aprenderse.
Por ejemplo, en lugar de enseñar a los microempresarios cómo calcular los flujos de caja, se les enseñaron reglas básicas que conducen al mismo resultado: una comprensión de cómo realizar un seguimiento de su movimiento de efectivo y la capacidad de planificar de manera adecuada.
Los resultados del piloto son muy prometedores. Los microempresarios que fueron invitados a participar en esta capacitación aumentaron sus ventas en promedio un 7% y las ganancias en un 8%, en comparación con el grupo de microempresarios que no recibieron ninguna capacitación. Estas mejoras se deben a que los microempresarios adoptan, en grandes proporciones, las pocas reglas simples que se les enseñaron, incluyendo consejos sobre cómo manejar mejor el inventario.
Las mujeres impulsan resultados positivos
Sorprendentemente, encontramos que las mujeres adoptaron las mejores prácticas en mayor proporción que los hombres y, en consecuencia, observaron mayores incrementos tanto en ventas (10%) como en ganancias (10%), en comparación con las mujeres en el grupo a las que no se les ofreció capacitación. Sospechamos que estos resultados se deben a que las mujeres mantienen cargas cognitivas más pesadas que sus contrapartes masculinas, haciendo que les resulte más sencillo adoptar las reglas básicas.
Esta intuición se confirma en los datos que recopilamos. Las mujeres en la muestra informaron que dedicaban tanto tiempo a sus negocios como los hombres, pero más tiempo al trabajo no remunerado, como el cuidado de niños. También es probable que la mayor parte del trabajo diario de planificación y manejo del hogar, desde la organización de fiestas de cumpleaños y listas de la compra hasta las citas con el médico, recaiga en las mujeres, cargando aún más su ancho de banda cognitivo.
A pesar de los avances en las últimas décadas con respecto a la igualdad de género, aún se espera que las mujeres se ocupen de la mayoría del trabajo doméstico no remunerado. Por ejemplo, en determinados países de América Latina, las mujeres invierten entre 1,7 y 3,5 veces más horas por semana al trabajo doméstico no remunerado que los hombres.
¿Por qué las diferencias de género en la carga cognitiva son importantes?
Estos resultados diferenciados por género son sorprendentes porque la mayoría de los programas de capacitación (al menos los que se han evaluado rigurosamente), tienen dificultades para generar impactos positivos en las ventas y las ganancias de los microempresarios, especialmente en el caso de las mujeres.
Una solución a este problema puede ser muy simple: tener en cuenta las diferencias de género en cuanto a carga cognitiva y actuar en consecuencia al diseñar las intervenciones.
Nuestro programa piloto se limitó a la capacitación, pero podemos ver cómo la carga cognitiva puede afectar las interacciones de las mujeres en un mundo que ofrece más oportunidades de trabajo remunerado, pero aún espera que ellas sean responsables de la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado.
Para las instituciones financieras que buscan llegar a más pymes lideradas por mujeres, las compañías que intentan atraer y retener a más empleadas y en general para los esfuerzos de integración de la perspectiva de género, esto es algo a lo que vale la pena prestarle atención.