Dentro de los esfuerzos que se realizan en Cuba para el desarrollo de la producción de alimentos se extienden los orientados al impulso de la piscicultura.
Si bien no es el único organismo con potencialidades en la obtención de peces de agua dulce, el Ministerio de la Agricultura (Minag) se propone apuntalar los resultados de ese sector al aplicar varias acciones que en los años venideros garanticen una expansión sostenible.
*Por Isabel Fabián, Agencia Prensa Latina
En declaraciones brindadas a Negocios en Cuba por Katiuska González, jefa del Departamento de las Especies Monogástricas, se conoció que durante 2020 concluyó el diagnóstico de valoración de las condiciones de las 627 micropresas disponibles de cara a la actividad acuícola.
Tras el análisis, la Empresa de Proyectos e Ingeniería Agropecuarios determinó que el estado del 82 por ciento de esos espacios es regular o malo, lo que ocasionó que se programen las inversiones o los mantenimientos necesarios de modo paulatino.
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La funcionaria señaló que en 2030 se espera la incorporación de todas las micropresas y los estanques pertenecientes al Minag.
Refirió que uno de los mayores anhelos en ese ámbito estriba en proveer a la población de proteína de alta calidad, como prevé el Plan de Soberanía y Seguridad Alimentaria, sobre la base del fortalecimiento de la cadena de valor.
Para eso, apuntó la directiva, será preciso crear condiciones en micropresas o estanques, de modo que el sistema agrícola, en pos del equilibrio productivo, obtenga su propio pie de cría (larvas y alevines), hasta hoy suministrado por el Ministerio de la Industria Alimentaria.
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Asimismo, se plantean como premisa la necesidad de ampliar las capturas utilizando con eficiencia las hectáreas asignadas, conforme a los métodos de crianza factibles en los espejos de agua; y la creación de fuentes de financiación que permitan acometer labores constructivas y de mantenimiento a partir de los resultados alcanzados.
“Otra de las prioridades es la definición de inversiones para garantizar la compra de los alevines y de las artes de pesca; la industrialización y la cadena de frío que requiere la conservación”, aseveró González.
Expuso que de manera inmediata se orientó a las provincias la identificación de tres proveedores que se aboquen al logro de especies jóvenes, cuya siembra debe ser técnicamente aprobada según el método adoptado.
Añadió que buscan un flujo productivo cerrado en cada territorio, donde para la ceba se garanticen los alevines generados por el sistema. “En 2021, necesitamos 8 millones 154 000 crías, lo cual está en fase de contratación”.
Un inconveniente es que en la actualidad no los venden las empresas pesqueras provinciales y se nos ofertan larvas, por eso hemos implementado como estrategia obtenerlos dentro del propio sistema agrícola, con el interés de poder proporcionárselos a otros que se dediquen a la ceba.
En sintonía con el país caribeño
El desarrollo de la piscicultura en Cuba se rige por la política nacional de depender cada vez menos de las importaciones y de lograr alianzas con el sector no estatal.
Además de contar con un subprograma en la agricultura urbana y familiar que promueve esa variante, crecen las potencialidades de las formas no estatales de gestión al respecto, y aclaró que se impulsa a partir de estanques de cemento o tierra de los propios piscicultores.
Las tencas, amuras y tilapias, ejemplificó, se nutren de fitoplancton, bentos y zooplancton, que crecen en aguas fertilizadas con mezclas de materia vegetal, abono animal, entre otros.
Como dato sobresaliente, remarcó el hecho de que para este año todas las provincias y formas productivas de la agricultura tienen compromiso de captura en esa modalidad.
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