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Un complejo camino de EE.UU. para reposicionar sus cadenas de suministro lejos de China

Un complejo camino de EE.UU. para reposicionar sus cadenas de suministro lejos de China

Los presidentes de EE.UU. Joe Biden y su homólogo de China, Xi Jinping se reunieron por primera vez, al margen de la cumbre del G20 y si bien los críticos del mandatario norteamericano apuntan a la falta de una política comercial clara frente al país asiático, al parecer “hay ventajas en no actuar precipitadamente”, según plantea un artículo de Market Watch que indica que Biden “solo está ganando tiempo para que las empresas estadounidenses construyan cadenas de suministro resilientes”.

Sin embargo, para ello se necesitan resolver algunos obstáculos uno de ellos es que las empresas estadounidenses aún dependen en gran medida de las capacidades de fabricación de China. Las importaciones en contenedores desde China cayeron un 5.5 por ciento en octubre debido a la guerra comercial en curso y los bloqueos por Covid-19 impuestos por Pekín. Sin embargo, China aún participa del 35 por ciento del total de las importaciones contenerizadas de EE.UU.

La primera estrategia impulsada por Biden para permitir que las empresas estadounidenses reduzcan su dependencia de China es alentarlas a diversificar su base de suministro a nivel mundial. En mayo, Biden lanzó el Marco Económico Indo-Pacífico para la Prosperidad para fortalecer las relaciones comerciales con 12 socios iniciales que incluyen India, Japón y Corea del Sur y representan el 40% del PIB mundial.

El propósito de esta iniciativa es mejorar la resiliencia de la cadena de suministro mediante la vinculación de países con valores compartidos.

La segunda es alentar a las empresas a reubicar sus operaciones de fabricación en los EE.UU. para productos críticos como semiconductores y vehículos eléctricos. Biden mantuvo los aranceles del 25 por ciento sobre 250.000 millones de dólares de importaciones chinas impuestos durante la administración de Donald Trump.

En agosto, Biden también firmó la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley CHIPS y de Ciencia que proporcionan subsidios e incentivos fiscales que pretenden fortalecer la competitividad de EE.UU. en la fabricación de vehículos eléctricos y semiconductores y crear más empleos domésticos con una economía de energía limpia.

Estas estrategias son prometedoras, pero hay cuatro elementos que complican el asunto:

Las estrategias de reubicación deben lidiar con costos laborales más altos en los EE.UU. en comparación con otros mercados. Así, para mantener bajos los costos, los fabricantes estadounidenses deben aprovechar la automatización y la tecnología de la información que les permitiría optimizar el flujo de trabajo y mejorar la eficiencia.

Las complejas regulaciones ambientales desalientan a las empresas estadounidenses a trasladar sus operaciones de fabricación a los EE.UU. Para ello, es necesario simplificar las regulaciones de la Agencia de Protección Ambiental para lograr un equilibrio entre la protección ambiental y la seguridad de la cadena de suministro.

Nota relacionada: Reconfiguración de las cadenas globales de valor, una oportunidad para el sector de vestuario y textiles

Existe la necesidad de una medición concreta y generalizada de la “resiliencia de la cadena de suministro”. En ese sentido, Biden puede solicitar a la Comisión de Bolsa y Valores que considere incluir la resiliencia de la cadena de suministro como un factor de riesgo adicional que las empresas manufactureras deban divulgar públicamente.

Se deben mejorar los incentivos fiscales para alentar la relocalización, o al menos desalentar la deslocalización, ya que, por ahora, no existe una urgencia inmediata para que las empresas que invirtieron fuertemente en un modelo offshore reorienten sus operaciones. Según la ley, no se imponen impuestos estadounidenses sobre las ganancias extraterritoriales que no excedan el 10 por ciento de los activos tangibles que la empresa posee en el extranjero. Un impuesto mínimo global propuesto de al menos el 15 por ciento desalentaría la deslocalización.

El factor taiwanés

Sin embargo, estas estrategias requieren tiempo, aspecto que no puede empalmar muy bien con el ritmo de la política. De hecho, en un amplio informe anual que comprende 39 recomendaciones y cubre casi todos los aspectos de la relación bilateral, la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre EE.UU. y China del Congreso recomendó a los legisladores que EE.UU. debería suspender las relaciones comerciales normales con China si Washington determina que Pekín ha cumplido con el acuerdo de acceso al mercado de la Organización Mundial del Comercio que firmó hace décadas y, a su vez, les pidió que estudien la viabilidad de bloquear las importaciones de energía china en caso de un conflicto militar que involucre a Pekín, en particular los que transitan por el Estrecho de Malaca, en Taiwán.

*Con información de Mundo Marítimo

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