Hoy en día nos encontramos ante una nueva realidad, en la cual los desafíos persisten. La incertidumbre se ha vuelto una constante y las empresas aún se ven afectadas por las repercusiones del Covid-19 y sus nuevas variantes, la disrupción en las cadenas de suministros, inflación y los conflictos geopolíticos de un mundo cada vez más multipolar.
En este contexto es que la industria de vestuario y textiles vuelve a destacar no solo como uno de los principales ejemplos del aprovechamiento de las cadenas globales de valor, también, por su rápida reacción de reconfigurar su cadena de suministros para dar respuesta a una nueva realidad, la cual apunta hacia una estrategia de diversificación a través del “nearshoring” que trae consigo oportunidades para la región centroamericana y especialmente para Guatemala.
La Industria de vestuario y textiles ha recorrido un camino largo para alcanzar este espacio, pues desde la década de los 80 el sector empezó a conformarse de empresas de ensamble que paulatinamente comenzaron a incorporar otros procesos más sofisticados que le ha permitido ir avanzando hacia etapas más complejas; es a partir del año 2006 con la ratificación del DR-CAFTA, y su regla de origen yarn forward , que el comercio intrarregional se intensifica y provoca que los países de la región encuentren un nicho en el cuál especializarse.
Actualmente nos enfrentamos a un proceso de “desglobalización”. No obstante, la teoría y la práctica nos ha demostrado que a través de las cadenas globales de valor las empresas logran especializarse y con ello aumentar su productividad, optimizar sus procesos y crear más empleos, lo que se traduce a un mayor desarrollo. Por ello, pensar en que las empresas regresarán toda su producción a su país de origen es poco probable y rentable.
Es así como lejos de ver una regresión en la globalización lo que estamos observando en sectores como el de vestuario y textiles es una reconfiguración de estas cadenas globales, guiadas por una estrategia más equilibrada, que es la del nearshoring, que mantiene la idea de la eficiencia en la relocalización de las cadenas de valor.
En el caso de la industria de vestuario y textiles de Guatemala, EE.UU. se mantiene como uno de los principales destinos de sus exportaciones. Por ello no es sorpresa que empresas asiáticas, que en su momento se beneficiaron del offshoring, estén comenzando a evaluar a la región como un nuevo destino para diversificar sus operaciones.
Esto no solo se debe a la cercanía de la región al mercado norteamericano, también a la flexibilidad de las empresas de la región para brindar respuestas rápidas a las demandas de los clientes a través de su adaptabilidad en tiempos y cantidades, la calidad y el valor agregado a los productos. La pandemia evidenció que los costos no es la única variable que las empresas deben de contemplar a la hora de operar.
Esta reconfiguración en las cadenas globales de valor abre una ventana de oportunidad para que Centroamérica pueda captar nuevas inversiones, aumentar su productividad, diversificar su producción, propiciar mayor tecnificación e innovación para posicionarse en procesos más especializados, ganar una mayor cuota de mercado y convertirse en un actor relevante en la cadena de valor lo que se traduciría a la generación de empleo y desarrollo.
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