El aceite de hígado de bacalao es un jarabe que tradicionalmente se consume por ser fuente de vitaminas. Sin embargo, Laboratorios Santa Fe hizo su propia versión con diferentes sabores y un empaque más amigable, lo que en pleno 2020, cuando la pandemia por COVID-19 hace que las personas busquen fortalecer su sistema inmunológico, le está trayendo réditos y le ha llevado a ampliar sus destinos de exportación.
Allá por el 2002 el primer país al que se exportó la emulsión Ballena Azul fue a Estados Unidos, un mercado que les exigió en varios aspectos: desde los permisos y certificaciones por tratarse de un producto farmacéutico, hasta desarrollar un nuevo envase color ámbar.
“En Guatemala se fabricaba en sabores naranja y melocotón, pero el mercado en Estados Unidos nos solicitó cambiar los sabores. Así fue como añadimos otros como cereza y fruta tropicales”, detalla el gerente de Laboratorios Santa Fe.
— Emmanuel Seidner
Después de llegar al mercado estadounidense, la empresa se asoció a AGEXPORT, en donde comenzaron a trabajar en el Sector de Manufacturas, pero por aquel entonces eran los únicos que ofrecían ese tipo de productos. Sin embargo, esa experiencia les permitió llegar a México, tras participar en algunas ferias especializadas.
Según Seidner, la logística en México es un poco más complicada, ya que las autoridades de ese país no dan un registro sanitario permanente, sino que hay que tramitarlo en cada exportación. Se enfocaron en el sureste mexicano.
Rápidamente llegaron a otros destinos como El Salvador y Honduras y después a Costa Rica, en donde terminaron dejando la exportación porque los registros son “muy complicados”, asegura. Desde luego, la expansión centroamericana se completó con Nicaragua y Panamá, estos dos países sin una industria farmacéutica local, lo que representa una oportunidad.
“Hemos aprendido que podemos competir con las multinacionales. En Guatemala podemos hacer productos de calidad y competir”, afirma el empresario.
El COVID-19: una oportunidad
Para Ballena Azul el COVID-19 ha representado una oportunidad. Desde hace unos años exploraron los mercados de Bolivia y República Dominicana. En el caso boliviano, el registro sanitario demoró dos años en obtenerse.
Tras una negociación en un foro de negocios en Cancún, México, encontraron un comprador en Bolivia y acordaron enviar cuatro pallets en diciembre del 2019.
“En este caso la carga se va de Guatemala a Panamá y de allí tocaba consolidar la carga hacia Chile y de allí vía terrestre se iba hacia Bolivia. Ese tránsito tan largo hizo que el producto llegara a finales de febrero, justo cuando comenzaba el tema de la pandemia”, recuerda Seidner.
Ya para esas fechas, las personas buscaban producto para fortalecer el sistema inmune. Ese primer lote de Ballena Azul fue consumido en quince días, por lo que le pidieron un contenedor completo.
Para cumplir con ese pedido, tuvieron que ser creativos, ya que las restricciones de movilidad y de trabajo comenzaron en Guatemala. Así que operaron en turnos intensos porque tenían gran demanda en el extranjero, todos los mercados les estaban solicitando más producto.
A principios de mayo enviaron un contenedor, pero nuevamente dos semanas después les solicitaron otro.
El testimonio del empresario incluye una experiencia con AGEXPORT. “El área de Business Intelligence nos ayudó con una investigación de mercado en Ecuador y Perú y encontramos potencial para nuestro producto porque allí no hay una industria farmacéutica tan presente, solo multinacionales y nosotros también podemos proveerles”, comenta.
De esa cuenta, para el próximo año esperan llegar a esos nuevos mercados y en un mediano plazo al sureste asiático para convertirse en una empresa multilatina.
Al principio Ballena Azul era solo un jarabe, sin sabor. Pero ahora se ha convertido en toda una familia de productos especializada en diferentes edades: desde niños hasta adulto mayor.
Otra de las lecciones recogidas en esta etapa, según Seidner, es la importancia de una industria nacional fuerte con capacidad de abastecer a la población por temas de seguridad nacional.
En AGEXPORT se está consolidando un núcleo farmacéutico, donde participan 20 laboratorios farmacéuticos que participan en cooperar y competir entre todos.
“Necesitamos que el sector público comprenda que estamos para competir y dar precios más accesibles a la ciudadanía, pero que nos tienen que apoyar, por ejemplo, con entregar lo registros de forma más ágil. Estamos en una cultura en la que las multinacionales consiguen los trámites más rápido, pero acá también hay calidad. Sin ese registro no podemos operar en Guatemala ni exportar, pero por eso estamos trabajando como núcleo”, puntualiza Seidner.
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