Opinión
Bienvenidos a la nueva economía del hidrógeno
El hidrógeno verde es lo último en materia de energías renovables. Se genera separando el hidrógeno del oxígeno en el agua a través de una fuente renovable (energía solar, eólica o hidroeléctrica), sin que se produzcan emisiones en este proceso.
El hidrógeno es la fuente de energía limpia que podría contribuir a que se alcance con mayor rapidez el objetivo de una huella neta de carbono igual a cero. Hablamos del hidrógeno verde, por supuesto.
A medida que el mundo busca recalibrarse en materia de responsabilidad con la ciudadanía y toma de decisiones ambientales más responsables para frenar el cambio climático, se presenta una tendencia global hacia la implementación de la “transición energética” catalizada por los compromisos de los países que suscribieron el Acuerdo de París con el objetivo de reducir las emisiones de carbono.
Muchos están familiarizados con la energía eólica y solar, pero pocos conocen en profundidad el hidrógeno. O al menos eso creen. Quizá les sorprenda saber que, en realidad, conocen el “hidrógeno gris” desde hace mucho tiempo.
Se produce a partir de combustibles fósiles, incluido el gas natural, lo que genera la liberación de carbono a la atmósfera. Casi todo el hidrógeno producido en la actualidad a nivel mundial es “hidrógeno gris”.
Este hidrógeno se utiliza en la industria química para fabricar amoníaco y fertilizantes y para el refinado de petróleo. Al fin y al cabo, el hidrógeno en sí es un gas incoloro no tóxico y constituye el elemento químico más abundante en la naturaleza.
El “hidrógeno verde” es la última novedad en el mundo de las energías renovables. Se produce por electrólisis, utilizando una corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno del agua. Si esta corriente eléctrica se genera a partir de una fuente renovable (energía solar, eólica o hidroeléctrica), el hidrógeno limpio producido se conoce como hidrógeno verde. Este proceso no genera emisiones.
El mismo hidrógeno verde puede obtenerse utilizando el calor residual. El calor residual es producido por una máquina u otro proceso que utiliza energía. Piense en su computador portátil y en cómo, por momentos, se calienta. El calor residual es un subproducto abundante de los generadores eléctricos o de los procesos industriales, como la producción de acero o de vidrio. La quema de combustibles para el transporte es otra fuente importante de calor residual.
También pueden aprovecharse los residuos sólidos urbanos —es decir, la basura que se tira en hogares y empresas—, así como los plásticos y los residuos médicos peligrosos, y convertirlos en hidrógeno verde.
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¿Cuál es el impacto?
El hidrógeno verde está cobrando impulso, y muchos creen que puede ser nuestro futuro. Cuando se produce mediante electrólisis, puede almacenarse, transportarse y procesarse para una cantidad de usos cada vez mayor. Puede utilizarse para generar electricidad.
Piense en esto: con la energía eólica y solar siempre habrá problemas de intermitencia, y las soluciones de almacenamiento en baterías son todavía costosas. Con el hidrógeno verde, es posible almacenar y transportar la energía renovable intermitente y utilizarla cuando resulte necesario. Por supuesto, también se usa como materia prima para producir amoníaco y metanol verdes.
Sectores como la siderurgia, la aviación y el transporte marítimo y terrestre de larga distancia (camiones y ferrocarriles) se beneficiarán enormemente del hidrógeno verde, ya que no existe una alternativa evidente para lograr la descarbonización. Su mayor ventaja es que se quema de forma limpia, por lo que solo deja vapor de agua.
Además, puede transportarse fácilmente a través de gasoductos en el país y exportarse por barco y por tuberías. En Trinidad y Tobago, por ejemplo, existe un sector petroquímico bien desarrollado y, como tal, la infraestructura existente puede acelerar el uso del hidrógeno verde en la transición energética.
En esta etapa, todavía estamos hablando de una industria incipiente, por lo que el costo del hidrógeno verde en relación con otros sustitutos energéticos, como la energía eólica o la solar (con precios en rápido descenso en los últimos años), sigue siendo bastante elevado. Sin embargo, muchos creen que la curva de costos bajará al igual que lo han hecho los precios de la energía solar y de la eólica. Lo que no se sabe es cuándo sucederá.
Algunos expertos prevén que será un negocio multimillonario para la industria de la exportación. Y parece haber una carrera por ver quién es el primero en llegar al mercado mundial. El sector privado de Trinidad y Tobago, junto con el gobierno nacional, ha avanzado en este sentido. El gobierno de Chile ha aprobado su Hoja de Ruta Nacional para el Desarrollo del Hidrógeno y está lanzando un fondo para apoyar ese esfuerzo. Otros países de América Latina, como Uruguay, Costa Rica, Colombia, etc., han manifestado su interés por incursionar en esta área.
Ahora la cuestión radica en cómo fomentar el avance de las economías del hidrógeno verde. Se necesita una buena política, así como el financiamiento de donantes y/o gobiernos, para compensar los altos costos iniciales. Los estudios sobre el hidrógeno son indispensables y, para ello, el Grupo BID ha prestado su apoyo. También se necesitan estudios de viabilidad exhaustivos que garanticen el acceso a los recursos bancarios para los proyectos. La escalabilidad resulta imprescindible.
En este sentido, BID Invest es un socio estratégico para promover el desarrollo de la economía del hidrógeno en el Caribe y América Latina, y apoya a empresas privadas y organismos gubernamentales. Además de financiamiento, BID Invest ofrece asistencia técnica y asesoramiento y, además, aprovecha el financiamiento de donantes, siempre que esté disponible, para apoyar estos proyectos tan importantes.
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